Que soy como un peregrino
con las penas por delante,
que ya he regado bastante
de lágrimas el camino.
Que quiero cambiar mi sino
comenzando otra andadura
y vivir nueva aventura
que pueda secar mi llanto,
ya he penado tanto... tanto...
¡necesito la ternura!
Está mi cama vacía
y mi corazón desierto,
cual desastroso concierto
sin ritmo y sin armonía.
Que añoro esa sinfonía
que escuchas, cuando en el beso
se desboca el embeleso
y crees perder el sentido
y al compás de ese latido
tu corazón queda preso.
¡Abre ya, corazón mío,
una ventana al amor!
que está mi jardín sin flor
y es un desierto baldío.
Que en mi piel ya siento el frío
que va a dejarme aterida;
quiero que cambie mi vida
y el amor llame a mi puerta;
yo voy a dejarla abierta
por si el amor me convida...
Maria Jesús Vivas Albo